Raymond Carver ha sido uno de los más grandes escritores norteamericanos. Su escritura sencilla y directa, despojada de ornamentos amanerados o de estériles cabriolas sintácticas, roza la perfección.
Su poesía, aunque no es tan conocida como sus relatos en los que retrata la vida cotidiana de la clase media/baja de los EEUU, tiene la misma brillantez que su prosa.

SANGRE


Éramos cinco a la mesa de juego
sin contar al croupier
y a su ayudante. El hombre
de junto a mí tenía los dados
en la mano.
Se sopló los dedos, dijo:
!Vamos, pequeños! Y se inclinó
sobre la mesa para tirar.
En ese momento, una sangre roja brotó
de su nariz, salpicando
el verde paño de fieltro. Soltó
los dados. Se echó hacia atrás pasmado.
Y luego aterrorizado cuando la sangre
corrió por su camisa abajo. !Dios mío!
¿Qué me está pasando?
gritó. Se agarró a mi brazo.
Oí funcionar los motores de la Muerte.
Pero en aquella época yo era joven,
y estaba borracho, y quería jugar.
No tenía por qué escuchar.
Así que me largué. No me volví ni siquiera,
ni encontré esto dentro de mi cabeza, hasta hoy.

Raymond Carver (1939-1988)
Bajo una luz marina.