Ayer, leyendo una selección de haikus traducidos por Antonio Cabezas, tropecé con una serie de reglas del maestro Basho sobre el arte del haiku:

- No sigas las huellas de los antiguos. Busca lo que ellos buscaron.
- Los versos que algunos componen están excesivamente elaborados y pierden la naturalidad que procede del corazón.
- El verdadero haiku no debe ser una amalgama de cosas, sino oro batido.
- El valor de la poesía es corregir las palabras ordinarias. Nunca debemos tratar las cosas descuidadamente.
- Los pensamientos que existen en mi corazón sobre la belleza de las cosas de cada estación son tan numerosos como las arenas de una playa.

Conviene decir que para Basho, el haiku fue un camino de perfección. Así, vemos que estas enseñanzas tanto pueden aplicarse a la poesía como a la vida cotidiana.