Pues parece que si. Que todo vuelve. La minifalda,los pantalones acampanados y también las cruzadas. Como la que ha montado el Vaticano contra Dan Brown y su celebérrimo "El Código Da Vinci". Ahora les ha dado a los eclesiásticos por decidir que podemos leer y que no. Y por lo que parece el título de este señor está en la lista negra.
No me eregiré yo ahora como defensor de la literatura basura. Este libro me parece una mamarrachada y no hay crítico que haya dado con una sóla virtud en él. No intento defender aquí a su autor, sino su derecho a escribir lo que le venga en gana, y el de sus lectores de leer lo que les apetezca. Me saca de mis casillas esta costumbre que tiene la iglesia de coartar las libertades de los demás. Considera el Vaticano que este libro lleva a quien lo lea directamente al averno. Pero no por su nula calidad literaria, sino por blasfemo. Nada, nada. Con la Biblia ya tiene uno libro para toda la vida. No pierda usted tiempo con semejantes herejías, que en el infierno ya se van frotando las manos. Si no fuese porque esta ha sido siempre línea de actuación de la santa sede, uno pensaría que a los médicos del Papa se les ha ido la mano con los medicamentos.
Vamos a ver, santos varones. Que cada uno lea lo que le venga en gana. Y si a un señor le da por lobotomizarse con "El Código Da Vinci" es su problema. Como si le da por ser seguidor de Gran Hermano, consumidor de prensa pornográfica o cantar "Antes muerta que sencilla". Que de todo tiene que haber en la viña del Señor.