Por una navidad sostenible

La navidad se acerca a pasos agigantados. No hay manera de escapar de ella. Un año más nos atrapa y a pasarla en casa toca. Como la gripe. O peor, porque de estas fiestas no hay vacuna.
Son muchos los tópicos a la hora de criticar la navidad. Hipocresía, comilonas interminables,
familias que se detestan, peleas, gritos, etc, etc...
Pero hoy no quería escribir sobre esto. Esta vez, lo que me ha llamado la atención, han sido unos anuncios de nuestros amigos los políticos. En ellos, en pleno fervor ecologista, se nos anima a los ciudadanos a coger el transporte público y dejar en casita el coche.
Por una navidad sostenible, dicen los muy cretinos.
Pues si señor, esto es lo que afirman sin ningún tipo de rubor los políticos de esta ciudad. A priori está muy bien. Y si no se analiza mucho hasta tiene cierto sentido. Podría colar. Pero claro, entonces van ellos y dos meses antes de las fiestas llenan las calles de millones de lucecitas. Una cantidad desproporcionada de energía eléctrica es destinada tan sólo a iluminar reyes magos, papás noeles, estrellitas y demás zarandajas. Todo un ejemplo de derroche. Todo lo contrario de lo recomiendan los criterios de sostenibilidad.
Vamos, es como si yo animase ahora a todo el mundo a que hiciese sus necesidades en la calle para así ahorrar el agua que se malgasta al vaciar la cisterna del lavabo. Se nos comería la mierda, pero lo que es agua, no nos faltaría nunca. Un bien escaso, el agua, ya se sabe.
En fin señores políticos, un poquito de coherencia.
No se puede pedir a los ciudadanos lo que sus dirigentes no están dispuestos a dar.